martes, 19 de mayo de 2009

Entrevista: Fricción, por Sergio Marchi

Entrevista realizada por Sergio Marchi. Los integrantes de Fricción hablan de sus canciones, y también sobre otros conceptos. Publicada en la revista "Rock and Pop".



Fricción nos engañó a todos. Confesalo: ¿no pensaste en algún momento de 1986 que se venían los “after” argentos? Los periodistas escribieron (escribimos) toneladas de gansadas sobre la supuesta personalidad de un grupo complejo, conflictuado, con aires de vanguardia y qué sé yo cuántas boludeces más. Terminaron por confundir los tantos y son muy pocos los que se dieron cuenta de cuál era el lado de la milanesa que debían comer.
En 1987 la pelearon desde bien abajo, tocaron en todos lados, rearmaron la banda y se mantuvieron alejados de todos los dimes y diretes que acostumbran a circunvalar al rock. Se dedicaron a la música y a formar (o reformar) Fricción como mejor les salió. Y cuando escuches “Para terminar”, cuya edición está prevista para el mes de Marzo, te vas a dar cuenta que a partir de la espontaneidad de sus cinco personalidades conjugadas, la “fricción” funcionó y en forma.

DESPUES…

“Creo que era algo que teníamos que hacer –dice Daniel castro, bajista–: empezar desde abajo. Hay grupos que están en una productora y empiezan en escenarios grandes, cuando todavía no están formados en escenarios chicos. Elegimos este camino para hacernos un grupo.”

En algún momento todo parecía indicar que eran “la banda de Richard”… Ahora, ¿hubo una apertura democrática?
Castro: No, todo se dio en forma natural. Nunca tuvimos una conversación al respecto.
Richard Coleman: Es cierto, ¿por qué no conversamos al respecto? (risas).
Gonzo Palacios: Pero todo eso se veía desde afuera. Adentro nunca se trató de que fuera la banda de Richard.

Daniel, vos que entraste este año al grupo, ¿cómo veías Fricción desde afuera?
Castro: Me pasó una cosa rarísima. Me llevaron al primer show de Fricción cuando tocaba Gustavo (Cerati). Después no los vi más, sabía de ellos por lo que leía en las revistas o alguien me comentaba. ¿La primera impresión? Me gustó…, después escuché el disco y noté cambios, pero me tiraba más aquella cosa cruda del Stud (N del R.: extinto pub donde debutara el grupo). Después en Ohanian Producciones me comentaron que Fricción se había desarmado, que Richard estaba en banda y me dije “lo voy a llamar, a ver qué quiere hacer este tipo”.
Coleman: ¿Sabés los primero que le dije? “Traeme algo de comer” (risas). En realidad, Castro me sedujo con su arte culinario.

En su momento Fricción dio una imagen de grupo dark, depresi…
Coleman: ¿Sabés que los otros días un colega tuyo me preguntó por qué estaba languideciendo la corriente dark? Mi respuesta fue: porque no tomaron suficiente sol y creo que los que escribieron que nosotros éramos dark estaban todos insolados.
Somos muy espontáneos y todo pasa por ese lado; en ese momento salían cosas oscuras, y cubríamos las expectativas de gente que pedía algo oscuro, entonces nos colgaron el cartel de dark y nos pedían que fuéramos oscuros. No sé, me parece una gilada. La historia pasa por hacer música y sentirte satisfecho. De pronto “Para terminar” es un título optimista. Tiene muchas connotaciones. Por lo pronto es el nombre de un tema. Ponerle al disco así era “para terminar” con todas las especulaciones alrededor de lo que debía ser la banda. Que es ser una banda y punto. Tómalo o déjalo. Fricción, ahora, es este disco y un show en un pub… decadente; pero fijáte la contradicción: “Para terminar” es un trabajo con una producción de la puta madre, y hemos estado tocando en lugares chiquitos, con mucha intimidad con el público.
Es bueno ponerle nombres a los discos. “Para terminar” ¿qué puede ser? ¿Para terminar con la vida de uno mientras grabás? ¿Para terminar con tu pareja, con tu relación familiar? Este disco se hizo para terminar. Terminar con una cosa y empezar con otra.


UNA…
“Con el tiempo –cuenta Richard– fuimos diseñando una estrategia de equipo. Más o menos nos fuimos desordenando de una manera tal que cuando hablamos con Gustavo (Cerati, co-productor de la placa), él pudo darle un cauce a la tendencia de cada uno de nosotros. En este caso, todos teníamos temas, y yo, por mi lado, preferí en vez de hacer músicas nuevas, hacer bien las canciones que no habíamos grabado en el otro disco y que formaban parte del concepto original de Fricción como “Enjaulados”, “Para terminar”, “Héroes”. Pero recién ahora tienen la carga de una banda. Preferí colaborar de la manera que lo podía hacer mejor; elegimos un tema de Dani, de Roli y me dediqué a escribir letras.

“Héroes”, es un caso interesante. Hay muy pocos antecedentes en Argentina, de alguien que se haya tomado el trabajo de hacer una adaptación seria de un tema de un autor extranjero.
Coleman: Lo de “Héroes” (N del R.: clásico de David Bowie), surgió en la época del embrión de Fricción, cuando grabábamos con Gustavo en mi dormitorio (año ’84). Estaba en cama con mucha fiebre un día, escuchando el disco y me dije “cómo me gustaría cantar este tema”. Lo llamé a Gus por teléfono y se lo propuse. Y “Héroes” es una canción a la que todos los años le cambio algunas estrofas de lugar. La gente se sorprendía. ¿Cómo? ¿Un tema de Bowie? Y siempre fue y será el último tema del show de Fricción.

“Máquina veloz” es uno de los temas de la nueva generación…
Castro: Empezó como un experimento. Una vez me llevé las cosas, me encerré en casa…
Coleman: Y yo le llevé de comer esta vez (risas).
Castro: …y era un rap, a la mitad de velocidad. Después en la sala se aceleró y el tema se transformó.
Coleman: Pasó algo muy raro, mientras escribía la letra, me inspiré en un amigo andando en un auto a toda velocidad, escuchando esa música. Terminé de hacerlo y ¡ring! el teléfono: me llaman para decirme que ese amigo había chocado con el auto.
Gonzo: Me da la impresión y creo que la gente lo va a notar cuando escuche los temas ordenados, que el disco es como un viaje con un montón de ramificaciones extrañas.
Coleman: No sé por qué, pero siempre nos movemos con la contradicción. Cuando un título es pesimista, la música es de lo más alegre y viceversa. Siempre hay una vuelta de tuerca.

¿Cuál de los temas salió primero?
Coleman: “Instantes” fue el inicio de todo, a partir de ahí el proyecto volvió a cobrar vida. Y creo que ése es el tema más “oscuro” en el sentido formal. Está muy cargado de palabras, de imágenes, pero (y volvemos a la contradicción) el concepto general fue hacer un disco descargado de instrumentación. Todo muy pelado: guitarras, bajo y batería.

“Enjaulados” tiene tres años, ¿verdad?
Coleman: Correcto. Es un Fricción auténtico, un cuentito. Habla de la vieja recorrida. ¿Adónde vamos? Era esa cosa de ¿vamos a salir? Bueno, nos vestimos todos de negro, nos ponemos los lentes, subimos a una moto, caemos en una disco, nos emborrachamos, escuchamos a un grupo que no soportamos, nos íbamos a otro lado, terminábamos en cualquier lugar, nos agarraba el amanecer. Habla de eso. En ese entonces todo eso era como un “bluff” de libertad, uno se sentía como un marginado, libre cuando en realidad era meterse de un lado a otro, y decir “yo zafo, qué bárbaro”. Pero después tenías que salir a la calle. Y de alguna manera esa cosa cobró actualidad de nuevo.

Hay una buena anécdota en “Amar con lástima” ¿Cómo fue que hiciste la letra?
Coleman: ¡Uy! Estaba trabajando en casa, y tenía una conexión absolutamente trucha: cables pelados, cinta aisladora, todo mal. Agarré el triple con la mano, enchufé y me quedé pegado. Me senté en una silla y en el medio de la taquicardia, agarré papel y lápiz y escribí toda la letra de corrido (con la cara torcida). Otra canción de amor. ¿Ves?, ¡son todas canciones de amor!


UN ABRAZO…
Coleman: Cuando terminamos la mezcla de “Héroes”, yo lloraba como un bebé ridículo. Me daba vergüenza, me puse todos los pelos en la cara al estilo de antes, unos lentes… me doy vuelta ¡y estaban todos con los ojos colorados! (risas). Eran unos hippies horribles. Fue muy emocionante en serio, parafraseando a Gustavo, fue como darnos un abrazo muy grande.
Hago un chiste muy malo y los Fricción se lo toman muy en serio. ¡El viejo truco nunca falla!

Ustedes me dan la razón. Treinta y dos años de historia del rock no sirvieron para nada: canciones de amor. ¡Siempre terminamos hablando de lo mismo!
Coleman: ¡¡¿Y qué querés?!! ¿Qué cante que no tengo plata para comprarme un cable midi? ¿Cómo se llama la famosa película?: “La Historia Oficial”. Cada uno sabe de lo que quiere hablar. Yo hablo de amor.

Y si el canto “popular” habla de “la historia oficial”, el rock ¿qué historia canta?
Coleman: El rock es como un comodín. Se puede hacer cualquier cosa, el asunto es hacerla con un poco de estética y buen gusto y arreglárselas para encontrar el receptor apropiado. Si querés cantar la historia oficial en el rock, vas a tener que hacer todo lo posible para que el que quiera escuchar eso dentro del rock, vaya y lo escuche. El rock es consumo. Ahora si vos querés que consuman tus canciones de amor vas a tener que ser lo suficiente romántico. En realidad, tenés que estar convencido de lo que hacés. ¿De qué contenido social me voy a poner a hablar yo? Nosotros hacemos rock, pero en el fondo todas son canciones.

Decís que “Rock es consumo”, lo cual es verdad. Pero, ¿no debería ser consumación?
Coleman: El rock también es consumación. Nuestra música lo es, desde el momento en que alguien nos escucha y nos hace dar cuenta de que nos puede agregar algo a lo que nosotros decimos. La respuesta se forma entre todos. Eso es consumación.
Yo te vendo un disco. También lo podés comprar. O yo te puedo invitar, o pagarte la entrada. Pero fundamentalmente, hay un balance entre todo eso. Hacemos rock porque somos realistas. Es un medio moderno de expresarse y sobrevivir. Nosotros en vez de ser artistas modernos, somos músicos de rock, que es una cosa mucho menos pretenciosa, mucho más clara y que requiere una estructura muy complicada, que recién ahora se toma en serio. Porque nosotros no vamos a tocar sin luces, sin sonido. Abarcamos un montón de pedacitos de medios de comunicación para transmitirte algo y hay que dividir lo que se paga. Lo pagamos nosotros y el que nos viene a ver. Ahora ése que paga por “el rock”, no tiene derecho a exigir nada. Tiene que saber que viene a correr un riesgo, que nosotros también corremos cuando nos subimos a tocar: NO SER SINCEROS, ése es nuestro riesgo. La noche después del show. En eso: estás solo. Después de tocar, ¿qué va a pasar después?, ¿estás satisfecho? Uno busca satisfacción y eso debe pagarlo todo el que participa. Un aborto se paga entre dos, o se casan dos también.

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